Hay días en que no te alcanzas a bajar de la cama y resulta que todo lo que va a ocurrir se te antoja excelente y entonces lo único que quieres es que el día sea largo, que las horas no pasen...
A veces las historias de nuestras vidas se parten en la mitad, como doblamos un billete, vale lo mismo que extendido, pero de alguna manera parece ocupar menos espacio.
La mitad de la vida la pasamos detrás de billetes doblados.
Ya lo he dicho, quizás lo mío no es bailar (a decir verdad no sé qué sería lo mismo). Pero cuando sale un nuevo estilo de baile todos lo comentan, es la locura! es la moda! y todos los giles nos movemos de alguna manera rara que nos avergüenza después cuando sobrios nos vemos en vídeo.
Todos, unos más otros menos, hemos sido el patito feo en algún momento de la vida. A todos nos toca bailar con la fea o el feo. Algunos somos más o menos dejados de la mano de Dios.
Pero todos soñamos con alguna vez besar a la reina de la fiesta, a la esposa del jefe, al hijo de la vecina, al marido guapo de la que odiamos...
Pero en la noche, luego de lavarnos la cara para irnos a dormir, descubrimos lo que somos, y silentes apagamos la luz.
No soy lo que se llama un fanático de la música noruega y por una casualidad escuché esta canción una mañana y nunca más me abandonó. Su nombre es una evocación al momento en que los amantes se dejan llevar por el cansancio del amor en la cama, cuando el músculo se relaja y comienza el verdadero amor, si lo hay.
Adán y Eva estaban más perdidos que muchos de nosotros en el lugar que creían el paraíso. Los asechaban manzanas envenenadas y una serpiente traviesa. La manzana es el espejismo del lujo en que algunos viven y la serpiente no es más que el guardián que el millonario dueño de aquel lugar tenía para vigilarlos.